Mayo es el mes de la Virgen María, un tiempo en el que los católicos vuelven su mirada a la Madre de Dios para pedirle su protección e intercesión.
Para vivir mejor este mes mariano, proponemos algunos consejos de la mano de la marióloga italiana Vittorina Marini.
1. Conocer a la Virgen María
Hoy, más que nunca, la fe y la espiritualidad cristianas deben ayudarnos a encontrar el camino, que es Cristo, y a permanecer firmemente en Él.
Es precisamente el encuentro con la Madre del Señor, su protección, su compañía y presencia, su ser maestro y modelo en nuestra historia, lo que por designio divino nos devuelve al camino de la Alianza con Dios, o a los confines de la historia de la salvación.
En este mundo, María nos ayuda en la fe a experimentar el sentido, la dulzura y la belleza de estar y permanecer unidos a Cristo.
De hecho, Juan Pablo II dijo: “Desde hace dos mil años, la Iglesia es la cuna en la que María deposita a Jesús y lo confía a la adoración y contemplación de todos los pueblos”. Esta es la principal misión de María para el mundo, que es ayudar a los hombres a aceptar a Cristo, el Hijo del Padre, el único Redentor y Salvador del mundo.
Por ello, es importante conocer la figura de la Virgen María. Leer los pasajes bíblicos donde aparece la Virgen -como la Anunciación, el Nacimiento de Jesús, la presentación del Niño en el templo y María al pie de la cruz-, ayudarán a a sentirse más cerca suyo.
2. Pedir su intercesión como Madre
La vida cristiana aparece totalmente iluminada por el valor ejemplar de la figura de María, que encarna en grado sumo las virtudes y actitudes que constituyen el fundamento de la espiritualidad cristiana desde una perspectiva evangélica.
De este modo, por condescendencia divina, la Madre del Señor se convierte para los fieles en modelo de toda virtud, pero también en una poderosa ayuda para la realización de su ser filial en relación con Dios Padre, en Cristo y en el Espíritu.
Es necesario por ello pedir su intercesión y confiar a la Virgen María el día a día. Para ello, se puede rezar un Rosario cada día y encomendarse a ella.
3. Intensificar los momentos de oración
No debemos olvidar intensificar los momentos de oración individuales y comunitarios, privados y públicos.
Esta última recomendación contiene todo nuestro amor a la gran Madre de Dios, que nunca nos abandona, especialmente en los momentos más oscuros y problemáticos de la historia de la Iglesia y de la humanidad, estando al lado de todos, especialmente de los que han perdido el camino de la salvación.
CCJ NOTICIAS