El reto de lograr el hambre cero en 2030, uno de los principales objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, “no se alcanzará si se mantiene la situación actual”, marcada por los efectos del cambio climático, la pandemia de coronavirus y la guerra en Ucrania, alertó hoy la FAO.
El informe “Perspectivas Agrícolas 2022-2031”, elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) junto a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y presentado este miércoles, revela que el objetivo de eliminar el hambre en los próximos ocho años no se logrará si la productividad agrícola mundial no se incrementa en un 28 %, “tres veces más de lo que ha crecido en la última década”.
Además, las cosechas deberían duplicarse para llegar al 24 %, mientras que la producción de carne animal tendría que crecer un 31 %, todo ello siguiendo las medidas de sostenibilidad necesarias para que las emisiones de gas de efecto invernadero no sigan creciendo y así alcanzar paralelamente el objetivo de la ONU de reducir tales emisiones.
LOS OBJETIVOS DE LA ONU, EN PELIGRO
“Alcanzar ambos objetivos en menos de diez años sólo a través de la mejora de la productividad sería muy difícil, lo que sugiere que es necesario tomar otras medidas en paralelo”, se subraya en el informe.
Entre las propuestas necesarias para revertir la situación destacan las de aprobar políticas directas que mitiguen las emisiones de gases, implementar nuevas tecnologías para transformar y hacer más resilientes los sistemas agroalimentarios, aplicar medidas más estrictas contra el desperdicio de alimentos y limitar el exceso de ingesta de calorías y proteínas en los países con mayores ingresos.
“Se necesitan más esfuerzos para que el sector agrícola contribuya efectivamente a la reducción global de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto incluye la adopción a gran escala de procesos y tecnologías de producción inteligentes desde el punto de vista climático, especialmente en el sector ganadero”, se indica en el informe, que señala a esta industria como la causa principal de estas emisiones, que aumentarán un 8,8 % hasta 2031.
Las perturbaciones principales que ponen en riesgo los objetivos, especialmente el de reducir el hambre, son los efectos del cambio climático, la pandemia del coronavirus y las dificultades causadas por la guerra en Ucrania en las cadenas de suministro.
LA GUERRA EN UCRANIA, UN GRAN OBSTÁCULO
Este conflicto se ha convertido en un gran obstáculo: Ucrania y Rusia son dos de los productores y exportadores de cereales más importantes del mundo, con una producción conjunta del 30 % del trigo mundial, del 50 % del aceite de girasol y del 15 % de los fertilizantes.
Asimismo, la guerra ha tenido importantes efectos en la producción agrícola porque muchos de los productores no pueden hacer frente al alza de los costes del transporte y de los fertilizantes, así como en las poblaciones que dependían de los cereales que estos países exportan tanto para sus dietas como para la alimentación del ganado.
Esto ha provocado grandes diferencias entre las regiones y países más dependientes y vulnerables y aquellos que exportan de distintas fuentes y han hecho más resilientes sus sistemas agroalimentarios.
“Los cinco mayores países exportadores (la Unión Europea, Australia, Rusia, Canadá y Estados Unidos) representarán el 70 % o más del volumen del volumen mundial de exportaciones, una tendencia que se espera que continúe durante la próxima década”, según las proyecciones de los dos organismos.
Estas diferencias también se verán en el aumento de la demanda de alimentos, que será del 1,4 % anual durante la próxima década debido al crecimiento de la población, pero con diferencias entre los países de renta baja y alta.
En relación a los precios, tanto de los alimentos como de la energía y del transporte, en el informe se prevé que sigan siendo elevados durante el próximo año, para más tarde “retomar su tendencia a la baja a largo plazo”.
Sin embargo, la previsión para la próxima década resulta “incierta” debido a los efectos que perduran de la pandemia del coronavirus y la guerra de Ucrania, pues debe verse su evolución en el futuro y lo graves que serán sus efectos en el sistema alimentario mundial.
LATINOÁMERICA, LA GRAN AFECTADA POR LA PANDEMIA
Sobre Latinoamérica y el Caribe, la FAO y la OCDE señalan que a pesar de ser la región que más exporta, “sigue enfrentándose a grandes retos para reducir la inseguridad alimentaria”, provocada especialmente por el aumento de los precios durante la pandemia del coronavirus, cuando el número de personas que sufren de pobreza extrema aumentó un 13,8 %.
La principal dificultad es la dependencia del sector agrícola y pesquero en su economía -un 10 % del PIB regional- pues ambos se verán “cada vez más afectados por los fenómenos climáticos adversos y por los recientes costes elevados del transporte, la energía y los fertilizantes”, dificultando la vida de los 15 millones de pequeños productores que trabajan en la región.
CCJ NOTICIAS