Con estas palabras el Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, cardenal Kevin Farrell explica las razones del aplazamiento del Encuentro Mundial de las Familias en Roma y de la JMJ en Lisboa. Sabemos, dice el cardenal, que debido al coronavirus tomará tiempo poder volver a la normalidad pero estos días son una oportunidad para aprender a dejar el egoísmo fuera de la puerta.
El Covid-19 obliga a todos reorganizar la vida personal y colectiva, los proyectos y programas. También es el caso de la agenda de la Santa Sede y de la Iglesia que, en el caso de los dos eventos internacionales, la Jornada Mundial de la Juventud y el Encuentro Internacional de las Familias, decidió trasladar las fechas que ya estaban fijadas. Las familias se reunirán en Roma en junio de 2022, en lugar de 2021, mientras que los jóvenes vivirán la JMJ en Lisboa en agosto de 2023.
¿Cuáles son las razones para posponer estas dos citas? El Cardenal Kevin Joseph Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, lo explicó en detalle ante los micrófonos de Vatican News.
R. – Estas dos citas son dos acontecimientos internacionales, entonces en la situación en la que nos encontramos en este momento, es muy difícil saber cómo será nuestra vida después de esta pandemia. El Encuentro Mundial de la Familia estaba programado para junio del próximo año, pero ahora, por supuesto, había que llevar adelante todas las cuestiones organizativas y logísticas para preparar este evento. Sin embargo, no estamos seguros de cómo será la situación económica y la situación de las personas y las familias el próximo año y no es seguro que muchas personas vengan a Roma desde el extranjero para este evento el próximo año. Es por ellos que el Santo Padre y nosotros en el Dicasterio, después de consultar al personal del Vicariato aquí en Roma y los contactos en Portugal, pensamos que sería mejor esperar un año antes de comenzar estos eventos internacionales. Así que se decidió que la cita con las familias sería en 2022 en Roma y en 2023 en Lisboa. Hay preocupación por cómo será el futuro que vendrá. Esperamos poder volver a la normalidad de nuestra vida cotidiana, pero esto no es un realismo concreto. Creo que mucha gente piensa que nos llevará al menos dos o tres años volver a la normalidad.
Estas reuniones internacionales ofrecen la posibilidad de que un número considerable de personas se desplacen y viajen. No sabemos cuáles serán las perspectivas para el futuro: ¿cómo planea operar?
R. – Casi todas las diócesis del mundo organizan eventos en su propio país y hay reuniones para familias y jóvenes. Seguimos trabajando para ayudar a todos los obispos a promover la vida familiar y también trabajamos con los jóvenes en las diócesis. Esperamos que siempre tengamos estas reuniones mundiales internacionales, pero como dije, no es realista pensar que la gente pueda viajar en los próximos dos años. Nuestro trabajo no es sólo organizar estos dos eventos, sino también el trabajo diario que tenemos que hacer para continuar promoviendo la vida familiar y también la vida cristiana y juvenil.
¿Cómo seguir trabajando?
R.- Aquí en el Dicasterio continuamos el trabajo, está claro que no tenemos a todas las personas, a todos los empleados aquí en la sede. Hay algunos que trabajan desde casa, siempre hay 4 o 5 personas en la oficina todos los días. El resto de ellos vienen y se llevan el trabajo a casa. Hemos hecho todo lo posible para ayudar a las personas en esta situación donde existe preocupación por la salud de cada uno de nosotros en el Dicasterio. Yo voy todos los días, incluso el secretario, los subsecretarios vienen cuando pueden, los oficiales vienen dos días a la semana y así trabajamos.
El confinamiento que estamos experimentando en muchos países de todo el mundo nos invita a analizar los elementos esenciales y la centralidad de la familia. ¿Qué aprendizaje podemos sacar de esta situación?
R. – Creo que el Papa todos los días ha dado un mensaje a todas las personas del mundo: la familia es el lugar central de nuestra vida, nos enseña mucho. La obligación que tenemos de vivir estos días tan unidos en la familia nos enseña muchas cosas, cómo vivir sin egoísmo. Lo que estamos experimentando en estos días es una oportunidad que el Señor nos da para aprender a dejar el egoísmo fuera de la puerta, para ver a cada persona como un hermano o hermana. Una cosa que podemos aprender en estos días es que la familia también es un lugar donde podemos conocernos, porque hay tantas cosas en la vida de cada uno de nosotros que a veces no podemos ver las necesidades de las personas que tenemos al lado, porque estamos muy preocupados por nosotros mismos. Entonces es el momento de aprender a dejar el egoísmo fuera de nuestras vidas y preocuparnos por mirar a los demás. Justo esta mañana, el Santo Padre ha dicho que debemos aprender a estar en silencio en la vida y que en estos días debemos escuchar al Espíritu, y también debemos educar a nuestros hijos para que escuchen al Espíritu, piensen en Dios y piensen en nuestra vida y cómo vivimos y cómo cambiará nuestra vida después de esta pandemia. Creo que es importante escuchar al Papa, todos los días hace la Santa Misa a las 7 de la mañana y siempre rezamos por todo el mundo y escuchamos las preocupaciones que tiene el Santo Padre en este período.