El Papa Francisco escribe un Mensaje a las mujeres consagradas con ocasión del 50° aniversario de la promulgación del Rito de la Consagración de las vírgenes: “Que vuestra consagración virginal, con esta cercanía específica a los hombres y mujeres de hoy, ayude a la Iglesia a amar a los pobres”.
“Sean mujeres que creen en lo revolucionario de la ternura y del cariño”: fue una de las invitaciones del Papa Francisco, a través de un Mensaje, a las mujeres consagradas de la Orden de las Vírgenes, cuyo Rito de Consagración cumplió en la Solemnidad de Pentecostés, este 31 de mayo, el 50° aniversario.
Para celebrar los cincuenta años de vida de la Orden, estaba previsto un encuentro internacional convocado por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, pospuesto a causa de la pandemia. Sin embargo, a través de un Mensaje, Francisco ha querido unirse a la “acción de gracias” por este “doble don del Señor a su Iglesia”, el Rito renovado y el Ordo fidelium.
Un signo de esperanza
“Vuestra llamada pone de relieve la inagotable y multiforme riqueza de los dones del Espíritu del Resucitado, que hace nuevas todas las cosas. Al mismo tiempo, es un signo de esperanza”, afirma el Papa, describiendo con estas palabras la vocación de la Ordo virginium:
La fidelidad del Padre pone aún hoy en el corazón de algunas mujeres el deseo de ser consagradas al Señor en la virginidad vivida en su ambiente social y cultural ordinario, arraigadas en una Iglesia particular, en una forma de vida antigua y al mismo tiempo nueva y moderna.
Sinfonía de la Iglesia
En el Mensaje, Francisco insta a las consagradas a seguir su camino colaborando con los obispos “para encontrar serios itinerarios de discernimiento vocacional y de formación inicial y permanente”. “El don de vuestra vocación” – precisa – se manifiesta en la ‘sinfonía de la Iglesia’ que se edifica cuando puede reconocer en vosotras mujeres capaces de vivir el don de la sororidad”.
La profecía de la vocación
¡No apaguéis la profecía de vuestra vocación! Es también la Exhortación del Pontífice en este cincuentenario, en el que invita además a “releer y meditar los textos del Rito” donde resuena el sentido de esta vocación.
Estáis llamadas, no por mérito vuestro, sino por la misericordia de Dios, a hacer resplandecer en vuestra existencia el rostro de la Iglesia, Esposa de Cristo, que es virgen porque, a pesar de estar compuesta por pecadores, custodia íntegra la fe, concibe y hace crecer una humanidad nueva.
Ayudar a la Iglesia a amar a los pobres
Francisco recuerda también que la consagración las reserva para Dios sin hacerlas «ajenas» al ambiente donde viven, dando el propio testimonio con amor a todos y con la cercanía, principalmente a los pobres:
Que vuestra consagración virginal, con esta cercanía específica a los hombres y mujeres de hoy, ayude a la Iglesia a amar a los pobres, a reconocer la pobreza material y espiritual, a socorrer a los más frágiles e indefensos, a los que sufren por la enfermedad física y psíquica, a los pequeños y a los ancianos, a los que corren el riesgo de ser descartados.
No huir ante el dolor
“La pandemia nos enseña que es tiempo de eliminar las desigualdades, de reparar la injusticia que mina de raíz la salud de toda la humanidad’” continúa el Santo Padre, exhortando:
No cerréis los ojos y no huyáis, atravesad con delicadeza el dolor y el sufrimiento, perseverad en proclamar el Evangelio de la vida plena para todos.
Sabiduría y caridad para contrarrestar arrogancia y abuso de poder
El Obispo de Roma invita también a las consagradas a tejer “relaciones auténticas, que rescaten a los barrios de nuestras ciudades de la soledad y del anonimato”.
Sed capaces de parresia, pero mantened alejada la tentación del parloteo y del chisme. Tened la sabiduría, la iniciativa y la autoridad de la caridad, para oponeros a la arrogancia y prevenir los abusos de poder.
Finalmente, el Papa extiende su bendición a cada una de las consagradas, así como a quienes recibirán la consagración y concluye:
“Como signo de la Iglesia esposa, que podáis ser siempre mujeres de la alegría, a ejemplo de María de Nazaret, mujer del Magnificat, madre del Evangelio viviente.”