Intervención del Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en la 44º sesión del Consejo para los Derechos Humanos en Ginebra.
La Santa Sede considera urgente una «genuina cooperación» en la comunidad internacional sobre el problema de los desplazados internos. Con ese fin, alienta la elaboración de un marco jurídico claro sobre las responsabilidades de los Estados que «asegure su protección efectiva, obtenga soluciones duraderas y, en última instancia, salve vidas humanas». Este es el sentido de la intervención de Monseñor Ivan Jurkovič, Observador Permanente del Vaticano ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales con sede en Ginebra, que intervino este 9 de julio en la 44º sesión del Consejo para los Derechos Humanos, que se celebra hasta el 17 de julio en esta ciudad suiza. Al centro de su discurso estaba el informe del Relator Especial sobre los desplazados internos, dedicado en particular a los más vulnerables entre ellos: las personas con discapacidad.
Una tragedia invisible
Al igual que los migrantes y los refugiados, las personas que se ven obligadas a huir de sus tierras pero que permanecen en sus países de origen – recordó el Observador permanente – son víctimas de la «globalización de la indiferencia» tan frecuentemente denunciada por el Papa Francisco. Hoy en día son los protagonistas de una «tragedia invisible» que la pandemia del Covid-19 no ha hecho más que exacerbar, como señala el Papa en su Mensaje para el 106º Día Mundial de los Migrantes y Refugiados de 2020. Pero al igual que los migrantes y los refugiados, “las personas desplazadas – reiteró Monseñor Jurkovič – no son meros números o estadísticas: son personas humanas, con historias, sufrimientos y aspiraciones personales”. Sufrimiento agravado para quienes, entre ellos, tienen una discapacidad que encuentra dificultades aún mayores para acceder a la información y la asistencia humanitaria «con las consiguientes desigualdades y mayores riesgos para su protección».
Los discapacitados no sean dejados atrás
Por estas razones, en las ayudas a los desplazados internos, la Santa Sede considera fundamental tener en cuenta también las necesidades de los discapacitados, de modo que se garantice su seguridad y se promueva su plena participación en la vida de las sociedades de acogida, como se recomienda en las «Orientaciones pastorales sobre los desplazados internos» preparadas por el Dicasterio Vaticano para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Con ese fin – subrayó Monseñor Jurkovič – es necesario un mayor compromiso de los Estados, más mecanismos de coordinación y mandatos más claros «basados en los principios de que todas las personas, independientemente de su situación migratoria, deben poder permanecer en sus tierras en paz y seguridad sin amenaza de desplazamiento». Sin embargo, esos mecanismos y marcos jurídicos no bastan por sí solos: sólo pueden ser eficaces si se superan «los prejuicios de una cultura que – como dijo finalmente el Observador Permanente – sigue produciendo desigualdades y dejando atrás a tantas personas».