El Informe de políticas sobre la seguridad alimentaria publicado en junio de 2020 por Naciones Unidas, explica que la crisis mundial generada a causa de la pandemia del COVID-19 «podría empujar a la pobreza extrema a 49 millones de personas más que el año pasado, aumentando las cifras de hambre y desnutrición a gran velocidad».
«La pandemia de COVID-19 es un problema de salud y crisis humana que amenaza la seguridad alimentaria y la nutrición de millones de personas alrededor el mundo». Así lo explica el Informe de políticas sobre la seguridad alimentaria publicado recientemente por Naciones Unidas, que analiza el impacto de la pandemia del COVID-19 en el ámbito de la alimentación y la nutrición.
Evitar una emergencia alimentaria mundial
El documento refleja que cientos de millones de personas ya sufrían de hambre y la malnutrición antes de que el virus llegara y por lo tanto, si las autoridades competentes no hacen nada por remediar esta situación, podríamos encontrarnos ante una emergencia alimentaria mundial.LEA TAMBIÉN17/06/2020
Por otra parte, se calcula que a largo plazo, los efectos combinados del COVID-19, así como las correspondientes medidas de mitigación y la emergente recesión mundial; podrían interrumpir el funcionamiento de los sistemas alimentarios, si no se lleva a cabo una acción coordinada a gran escala.
Hablamos de una situación alarmante «que podría tener consecuencias para la salud y la nutrición de una severidad y escala no vista durante estas últimas décadas».
Nuestros sistemas alimentarios están fallando
Durante la presentación de dicho informe que tuvo lugar en junio de 2020, el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, afirmó de manera contundente:
“Nuestros sistemas alimentarios están fallando y la pandemia de enfermedad por coronavirus está empeorando aún más las cosas. Si no se toman medidas urgentes, la inminente emergencia alimentaria mundial podría tener repercusiones a largo plazo para cientos de millones de personas».
49 millones de pobres más que el año anterior
Asimismo, los datos afirman que en la actualidad, unos 144 millones de niños menores de cinco años, es decir el 20% de los niños del mundo, tienen retrasos del crecimiento por desnutrición.
A esto se suma, la crisis del coronavirus que «podría empujar a la pobreza extrema a 49 millones de personas más este año y aumentará las cifras de hambre con gran velocidad».
Finalmente, el Secretario General de Naciones Unidas, mencionó tres conclusiones del Informe:
“Debe haber una movilización para salvar vidas y medios de subsistencia, sobre todo donde haya mayor riesgo, lo que implica la designación de los servicios alimentarios y de nutrición como esenciales, así como la protección adecuada a los trabajadores del sector de la alimentación”
“Hay que reforzar los sistemas de protección social para la nutrición por medio de programas nacionales que salvaguarden el acceso a alimentos seguros y nutritivos, especialmente para los niños y otros grupos de riesgo. En este punto se incluye el apoyo a los niños que ya no reciben las comidas escolares”
“Se debe invertir en el futuro para construir un mundo más inclusivo y sostenible con sistemas alimentarios que atiendan mejor las necesidades de los productores y trabajadores del rubro y que, además, brinden un acceso más justo a alimentos sanos y nutritivos a toda la población para así poder erradicar el hambre”