El párroco de la catedral maronita, el padre Jad Chlouk, expresa su emoción y reconocimiento por el día universal de oración convocado por el Papa Francisco: «Es un signo de verdadera compasión. Aquí la situación es cada vez más dramática: los jóvenes cristianos huyen del país cansados de la violencia y de las crisis interminables». La Iglesia está mediando cada vez más por la paz.
Tras la Jornada Universal de Oración y Ayuno por el Líbano, el agradecimiento al Papa Francisco por haber llamado a esta iniciativa de amor y solidaridad, llega de parte del párroco de la catedral maronita de San Jorge, en Beirut, que el jueves recibió al Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, enviado por el Papa para expresar su cercanía al sufrimiento del pueblo y para acompañar a la población atormentada por el dolor y la desesperación: «El gesto del Pontífice -afirma el Padre Jad Chlouk- es muy significativo para nosotros los cristianos: simboliza la compasión, la verdadera compasión, que esta vez también ha sido expresada por el mundo entero. Estamos verdaderamente conmovidos y felices».
¿Por qué la oración y el ayuno son importantes para el Líbano?
R.- Porque sólo éstos pueden ser instrumentos eficaces para combatir la corrupción, el odio y la persecución que hacen estragos en el país. Lo dijo también Jesús: muchas cosas necesitan el ayuno y la oración. Cuando el horizonte se cierra, entonces debemos mirar al Señor, que no nos hace sentir solos, como ha recordado el Cardenal Parolin.
El cardenal Parolin, en su discurso en la catedral maronita de San Jorge en presencia de los líderes religiosos, recordó las palabras del Papa diciendo que «no debemos dejar solo al Líbano porque el Líbano necesita al mundo, pero el mundo también necesita ese experimento único de pluralismo que es el Líbano»…
R.- Las palabras expresadas por el Papa, para nosotros, son palabras de verdad. Nuestra situación es grave. Por ejemplo, los jóvenes de nuestro país, especialmente los cristianos, ya no quieren quedarse aquí. Y esto es muy peligroso. En los últimos años, muchos cristianos han huido de Irak y Siria, mientras que en Jordania se han quedado el 3% y en Palestina menos del 1%. Los cristianos que se han quedado en el Líbano son pocos y siempre serán menos: este es el gran peligro para todo el Oriente Medio. La única salvación es el modelo libanés de coexistencia pacífica que respete la dignidad humana: el mundo debe conocerlo y salvarlo.LEA TAMBIÉN04/09/2020
¿Hay alguna manera de evitar que los cristianos salgan del Líbano?
R.- Los jóvenes cristianos ya no quieren experimentar la violencia y las inseguridades políticas, económicas y sociales a las que se enfrenta el país cíclicamente cada diez o quince años. Quieren paz y estabilidad: es la inestabilidad la que los lleva a salir del país. En años pasados podíamos convencerlos de que se quedaran diciendoles «quédense, ya pasará», pero ahora, con el ritmo vertiginoso de las crisis, ya no podemos decir nada.
¿Cuál es la manera, en su opinión, de hacer que el Líbano vuelva a ser una tierra de paz?
R.- Debemos evitar que todos los conflictos internacionales se jueguen en tierra libanesa. Pedimos encarecidamente esto a toda la comunidad internacional.
¿La Iglesia puede ser un mediador para la paz?
R.- La Iglesia es una presencia de paz y sigue siendo una luz, no sólo para los fieles sino para todos los hombres y mujeres del Líbano. Sigue siendo esa sal esparcida en la tierra útil para ayudar a los demás.