La Santa Sede en el Foro sobre cultura de paz advierte sobre las desigualdades y la discriminación que se han evidenciado aún más con la pandemia del Covid-19 y que corren el riesgo de agudizarse si se ignora nuevamente a los miembros más débiles, más vulnerables de la sociedad.
“Si deseamos mejorar nuestro mundo, es decir, si realmente deseamos cultivar la paz, nuestros esfuerzos deben centrarse en la persona y en la dignidad de todo ser humano”. Estas las palabras del Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas (ONU), el arzobispo Gabriele Caccia, en su intervención en el Foro de Alto Nivel “La cultura de la paz: cambiar nuestro mundo para mejor en la era de COVID-19″, que se realizó, ayer, en la sede de Nueva York.
El tradicional encuentro anual sobre la cultura de paz no ha podido desvincularse de la crisis causada por la pandemia del Covid-19 que ha dejado al desnudo la difícil situación de los pobres y la gran desigualdad que reina en el mundo. De allí la advertencia de monseñor Caccia para que la búsqueda apresurada de soluciones o de una vacuna no se limite al aspirar a un regreso a los lugares de trabajo o educación, olvidando a quienes corren el riesgo de quedarse aún más rezagados. “No solo debemos esperar, sino trabajar por un mundo posterior al COVID-19 que sea más justo, pacífico y sostenible”, afirma monseñor Caccia.
“La paz no es solo una solución mágica que cae de arriba; es algo que se consigue gracias al trabajo y el compromiso”, subrayó el nuncio al hablar de la cultura de paz. Y agregó que, si bien para los creyentes la paz es un don de Dios, también están consciente de que es un don que debe fortalecerse, desarrollarse y ponerse en práctica continuamente. En este contexto, monseñor Caccia recordó que los líderes religiosos y las personas de fe desempeñan un papel esencial en la consolidación de la paz, al buscar inspirar en la comunidad, la sabiduría obtenida de sus respectivas tradiciones, fomentando una mayor fraternidad y mostrando que la búsqueda de la paz nos involucra a cada uno de nosotros.
El arzobispo Caccia recordó que construir una cultura de paz fue lo que llevó a la creación de la ONU hace 75 años y que se fortalecerá si se trabaja unidos como naciones y pueblos, inspirados, como ha dicho el Papa Francisco, en “una nueva mentalidad que piensa en términos de comunidad y prioridad de la vida de todos”. El representante de la Santa Sede se refirió también a las innumerables intervenciones del Papa Francisco sobre interdependencia entre los seres humanos que se ha revelado más dramáticamente con la pandemia y cómo la solidaridad y la entrega se han demostrado indispensables ante esta situación.
“Solo si nos enfocamos en los miembros más débiles, más vulnerables y a menudo ignorados de nuestras sociedades, nuestro crecimiento será genuinamente humano y capaz de sembrar las semillas necesarias para cultivar la paz duradera con la que todos estamos comprometidos”, concluyó monseñor Caccia.