Cada 21 de enero República Dominicana celebra la fiesta de Nuestra Señora de Altagracia, patrona de la nación dominicana. Los orígenes de esta advocación mariana datan de inicios del siglo XVI.
La Virgen de la Altagracia, también conocida como “Tatica, la de Higüey”, es una pintura que muestra a la Virgen María contemplando con dulzura al Niño Jesús que descansa sobre el pesebre. La Madre de Dios aparece cubierta por un manto azul incrustado de estrellas, mientras que un escapulario de color blanco se muestra en la parte frontal. La Virgen luce una corona -añadida posteriormente a la pintura original- y doce estrellas rodean su cabeza. Como se trata de una imagen que evoca a la Sagrada Familia y al nacimiento de Jesús, aparece también la estrella de Belén en la parte superior, mientras que la figura de San José se deja ver por detrás, a cierta distancia, contemplando a su familia. La imagen tiene 33 centímetros de ancho por 45 centímetros de alto, y desde el siglo XVIII se encuentra enmarcado en oro, piedras preciosas y esmaltes.
El lienzo pintado al óleo fue traído desde España por los hermanos Alfonso y Antonio Trejo, quienes integraron uno de los primeros grupos de españoles que llegaron a la isla. Ellos se establecieron en la recién fundada ciudad de Higüey y entregaron la imagen como un regalo para la Iglesia de la ciudad.
En 1572 se terminó de construir el primer santuario altagraciano y en 1971 se consagró la actual basílica que alberga la imagen.
La Virgen de la Altagracia ha sido coronada en dos oportunidades por dos pontífices. La primera vez, en 1922, fue coronada por encargo del Papa Pío XI y la segunda fue coronada personalmente por el Papa San Juan Pablo II durante su visita a la basílica de la Altagracia en Higüey en 1979.
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