Con dolor, gratos recuerdos y gratitud por el valioso legado de patriotismo que deja a las nuevas generaciones, las Fuerzas Armadas de Honduras (FF. AA.), familiares, amistades y seres queridos, le dieron ayer el último adiós al general de brigada ad-honorem, José Enrique Soto Cano, declarado Héroe Nacional, quien falleció a sus 91 años.

En la capilla de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH) fue oficiada una misa de cuerpo presente a la que asistieron parientes y delegados de las diferentes dependencias de las Fuerzas Armadas del país.

Con honras fúnebres, arreglos florales, la Bandera Nacional sobre el ataúd, pelotones de cadetes y solemne música, recordaron al destacado hondureño cuya trayectoria militar contribuyó a la defensa nacional e hizo historia participando en la II Guerra Mundial.

También se le destacó por haber dirigido la comandancia hondureña y la base militar en el despegue de los aviones Corsarios hondureños, durante el conflicto armado entre Honduras y El Salvador, el 14 de julio de 1969.

RELEVANTE TRAYECTORIA

Los restos mortales de Soto Cano fueron trasladados hacia la ciudad de La Paz, en el departamento de La Paz, donde también se celebró una concurrida misa en la iglesia Nuestra Señora de Dolores.

Uno de sus familiares, Arístides Soto Alcerro, expresó que “después de 51 años de casado con su hija, fue un segundo padre para mí y fue un orgullo lo que él fue en su trabajo”.

“Se retiró desde 1975 de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH) y no hay año donde no se le reconocieran sus méritos, porque era un icono, un hombre que hizo un trabajo extraordinario”, agregó.

“Despedir un héroe, como familia, nos enorgullece que le hayan reconocido tanto en vida como ahora que ya partió, nos deja un legado importante, es un ejemplo para las futuras generaciones”, afirmó otro de sus familiares. (KSA)

DATOS

El destacado coronel nació en Olanchito, Yoro, el 5 de octubre de 1923 y a lo largo de su carrera militar logró registrar más de 12,000 horas de vuelo, al pilotear más de 21 aeronaves. La base aérea en Comayagua, conocida como Palmerola, se nombró José Enrique Soto Cano, en honor al ahora extinto general.

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