Audiencia del Papa Francisco esta mañana, en el Aula Pablo VI en el Vaticano, a los directivos y agentes de la Inspectoría de Seguridad Pública ante el Vaticano. En su discurso, el Pontífice agradeció a los miembros de la policía italiana presentes por el servicio que prestan a la Santa Sede y al Estado de la Ciudad del Vaticano con “diligencia, profesionalismo y espíritu de sacrificio”, que manifiesta el “profundo vínculo que existe entre la Santa Sede e Italia”.
«Que la Inspectoría de Seguridad Pública del Vaticano continúe operando de acuerdo a su luminosa historia, sabiendo sacar nuevos y abundantes frutos de ella». Fue el deseo expresado por el Papa Francisco a los integrantes de la “gran familia” de la Inspectoría de Seguridad Pública del Vaticano, recibidos en audiencia en el Aula Pablo VI, junto a sus familiares, con ocasión del 75º aniversario de su institución.
“Al conmemorar la fundación de esta Inspectoría, es natural dar gracias al Señor por los 75 años de historia y por el trabajo de tantos hombres y mujeres de la Policía Estatal Italiana” les dice el Pontífice a los 2.500 presentes. Una misión llevada a cabo con “competencia y pasión”, en la estela del “profundo vínculo que existe entre la Santa Sede e Italia”, y que tiene su origen en los Pactos de Letrán de 1929.
Esos acuerdos, de hecho, al sancionar el nacimiento del Estado de la Ciudad del Vaticano – recuerda el Santo Padre – preveían un régimen peculiar para la Plaza de San Pedro, con libre acceso para peregrinos y turistas y bajo la supervisión de las autoridades italianas.
Fructífera colaboración entre Santa Sede e Italia
En su discurso Francisco recorre la historia del servicio de la Inspectoría de Seguridad Pública del Vaticano, situado en un «contexto de precariedad y emergencia nacional», cuando las fuerzas políticas y sociales estaban comprometidas en la recuperación democrática, hasta la concreción en 1945, del proyecto para “dar autonomía y configuración jurídica a este servicio de policía”. «De esta manera, el servicio que las fuerzas policiales habían llevado a cabo durante mucho tiempo en la Plaza de San Pedro y en las áreas que rodean al Vaticano, se fortaleció y se hizo más efectivo».
Desde el día de la creación de esa Oficina, que asumió gradualmente otras denominaciones hasta la actual, se ha abierto un camino en el signo de la fructífera colaboración entre Italia y la Santa Sede, y entre la Inspectoría y los organismos vaticanos responsables del orden público y la seguridad del Papa. Aunque los escenarios nacionales e internacionales y los requisitos de seguridad han cambiado, el espíritu con el que los hombres y mujeres de la Inspectoría han llevado a cabo su apreciada labor no ha cambiado.
La nueva Oficina de la Policía de Estado y la guerra
El Pontífice recuerda además los nueve meses dificiles de la ocupación de Roma por las tropas alemanas, desde septiembre de 1943 hasta el 4 de junio de 1944:
Había surgido el problema del respeto de parte de los soldados alemanes por la neutralidad y la soberanía de la Ciudad del Vaticano, así como por la persona del Papa. Durante nueve meses, la frontera entre el Estado Italiano y la Ciudad del Vaticano, trazada en el suelo de la Plaza de San Pedro, había sido escenario de tensión y miedo. Los fieles no podían acceder fácilmente a la Basílica para rezar, así que mucha gente se rendía. Finalmente, el 4 de junio de 1944 Roma fue liberada, pero la guerra dejó profundas heridas en las conciencias, escombros en las calles, pobreza y sufrimiento en las familias. Los romanos y los peregrinos que pudieron llegar a la capital, acudieron a San Pedro, también para expresar su gratitud al Papa Pío XII, proclamado «defensor civitatis». La nueva Oficina de la Policía de Estado ante el Vaticano pudo así responder adecuadamente a las nuevas necesidades y prestar un importante servicio tanto a Italia como a la Santa Sede.
Paciente y difícil tarea
Un servicio a la Santa Sede y al Estado de la Ciudad del Vaticano por el cual el Papa Francisco manifiesta su agradecimiento:
Queridos oficiales y agentes, muchas gracias por su valioso servicio, caracterizado por la diligencia, el profesionalismo y el espíritu de sacrificio. Por encima de todo, admiro la paciencia que ejercen en el tener que tratar con gente de tan diferentes orígenes y culturas. Mi gratitud se extiende también a su compromiso de acompañarme en mis desplazamientos en Roma y en las visitas a las diócesis o comunidades de Italia. Es una tarea difícil, que requiere discreción y equilibrio, para asegurar que los itinerarios del Papa no pierdan su carácter específico de encuentro con el Pueblo de Dios. Por todo esto, una vez más les estoy agradecido.
Animados por la fe cristiana
«Espero que vuestro duro trabajo, a menudo realizado con sacrificio y riesgo, esté animado por una fe cristiana viva: ella es el tesoro espiritual más precioso que vuestras familias os han confiado y que estáis llamados a transmitir a vuestros hijos», expresa finalmente el Papa y concluye:
Que el Señor los recompense como sólo Él sabe hacer. Que vuestro patrono San Miguel Arcángel os proteja y que la Santísima Virgen vele por vosotros y vuestras familias. Y los acompañe también mi bendición.