San Juan Francisco Régis fue un sacerdote misionero de la Compañía de Jesús, considerado hoy patrono de dicha Orden en Francia y, según palabras del Papa Pío XII, también patrono de los misioneros rurales. Juan Francisco fue discípulo directo de San Francisco Javier y, tras su muerte, entre sus devotos se puede contar a santos legendarios como San Juan María Vianney o San Marcelino Champagnat.
Nació el 31 de enero de 1597, en una pequeña aldea de la región de Languedoc en Francia. Estudió, desde 1611, en el prestigioso colegio jesuita de la ciudad de Béziers. Integró la Congregación Mariana (hoy Comunidades de Vida Cristiana, CVX).
El servicio pastoral a los más humildes en el que empezó a trabajar, lo obligó a cuestionar su vida y particularmente su futuro. Juan Francisco empezó una etapa de reflexión y discernimiento vocacional con la ayuda de algunos jesuitas. En esta etapa de su vida, Juan Francisco pudo entender con claridad que el Señor lo llamaba a ser sacerdote.
El 8 de diciembre de 1616, a los 19 años, ingresó a la Compañía de Jesús, al Noviciado de Toulouse. Allí dio muestras de que se tomaba las cosas muy en serio. Sus propios compañeros lo admiraban por su fervor, al punto que uno de ellos llegó a decir: «Juan Francisco se humilla él mismo hasta el extremo, pero demuestra por los demás un aprecio admirable”.
En 1631, a los 33 años, fue ordenado sacerdote y al año siguiente fue enviado como misionero a las zonas rurales. Juan Francisco se sintió muy contento por aquel encargo, algo que deseaba de corazón y donde podía poner al servicio de los demás todas sus capacidades, incluso la fortaleza física con la que Dios lo había dotado. Juan Francisco se sentía, a partir de ese momento, servidor del pueblo, al que amaba como Cristo amó a su gente.
A diario, el Santo se entregaba con generosidad a su trabajo. Sus compañeros solían decir: «Juan Francisco hace el oficio de 5 misioneros». A los 43 años -24 de ellos como religioso, 10 como sacerdote y 9 como misionero- había consolidado el llamado que Dios le hizo desde joven. Su vida sencilla y ejemplar como sacerdote le había ganado fama de santidad entre la gente que lo conocía. Lo llamaban de cariño «el santo», cosa que nunca le agradó, pero que aceptaba con mansedumbre.
El P. Juan Francisco mandó construir refugios para prostitutas y trabajó intensamente ayudando a las víctimas de la plaga de Toulouse. Creó la Confraternidad del Bendito Sacramento; y formó una cadena de solidaridad entre los fieles, cuya ayuda le sirvió para recaudar dinero y comida entre la gente más próspera de la ciudad para dársela a los hambrientos.
El Santo falleció en 1640 e inmediatamente apareció la devoción popular hacia él. Fue beatificado el 18 de mayo de 1716 y canonizado el 16 de junio de 1737.
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