Santa Catalina de Ricci fue una monja dominica de Italia que recibió las marcas de la Pasión de Cristo en su cuerpo entre 1542 y 1554, y que fue conocida por su vida milagrosa y mística en un tiempo de profunda reforma para la Iglesia, la reforma decretada por el Concilio de Trento.
La Orden de Predicadores la recuerda porque solía entrar en éxtasis todas las semanas, desde el mediodía del jueves hasta las cuatro de la tarde del sábado, por varios años. En medio del éxtasis vivió las etapas de la Pasión de Cristo, dando a conocer luego el sufrimiento de la Virgen María al presenciarlas.
Santa Catalina de Ricci nació en Florencia el 23 de abril de 1522. A los doce años, en 1534, participó en un retiro en el convento de San Vicente de las Hermanas de la Tercera Orden de Santo Domingo en la ciudad de Prato (cerca de Florencia), y quedó impactada por el estilo de vida de estricta observancia.
En 1535 pidió ser admitida en la comunidad y tomó el hábito. Y al año siguiente profesó sus votos solemnes.
Durante su noviciado y por cuatro años, luego de su profesión religiosa, ella estuvo expuesta a humillantes aflicciones de la comunidad, debido a la errada comprensión de algunos de los dones supernaturales que ella recibió; no obstante, su santidad y humildad finalmente vencieron.
Tiempo después fue asignada como superiora a los 25 años, cargo que cumplió hasta el día de su muerte.
Santa Catalina de Ricci vivió en una época de grandes santos. Entre sus contemporáneos se encuentra San Carlos Borromeo, San Felipe Neri y Santa Maria Magdalena de Pazzi.
Falleció el 2 de febrero de 1590 después de una larga y dolorosa enfermedad, a la edad de 68 años.
Fue beatificada en 1732 por el Papa Clemente XII y canonizada por el Papa Benedicto XIV en 1746.
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