«El hombre no puede ser separado de Dios, ni la política de la moral»; este es uno de los dichos de mayor contundencia pronunciados por Santo Tomás Moro, el Santo que la Iglesia celebra hoy, 22 de junio. Esas palabras poseen una actualidad ante la que solo cabe rendirse, tanto por su sentido religioso fundamental, como por la potencia que tienen para ayudar a comprender la gran crisis que sufre hoy el ámbito político. No hay posibilidades de que una comunidad política ande bien sin que los ciudadanos sean respetuosos de la fe, la ética y la moral.

Santo Tomás nació en Londres en 1477. Se graduó en la Universidad de Oxford como abogado e hizo una carrera exitosa que terminó llevándolo al parlamento inglés. Contrajo matrimonio con Jane Colt, con quien tuvo un hijo varón y tres hijas mujeres. A la muerte de la madre de sus hijos, Lady Colt, el Santo se casó por segunda vez, con una dama de nombre Alice Middleton.

De fina e ingeniosa mente, Sir Tomás More publicó en 1516 una obra de agudeza extraordinaria, tanto por su contenido crítico con los males sociales de su tiempo como por su carácter sugerente; su nombre: “Utopía” (el término, acuñado por Moro, echa mano del prefijo negativo griego ou- y del vocablo -topos, lugar). Aquel texto quedará perennizado en la historia del pensamiento occidental por su riqueza filosófica, política y teológica, y también por su valor literario, que le dio forma al género. El escrito llamó la atención del monarca inglés, Enrique VIII, quien lo convocó a ser parte de la administración pública.

Enrique VIII y Tomás cultivaron cierta amistad y una relación de confianza. Sin embargo, el deseo del rey de querer repudiar a su esposa y contraer nuevas nupcias, en contra de lo prescrito por la Iglesia y la naturaleza intrínseca del sacramento del matrimonio, terminó por enfrentarlos. Moro, en calidad de consejero del rey, quiso disuadirlo, pero el capricho del monarca se convirtió en obsesión, al punto de estar dispuesto a desobedecer al mismo Papa. El episodio es conocido, como conocido es el desenlace: la ruptura definitiva de la corona británica con Roma y el surgimiento de la iglesia anglicana como iglesia cismática. Esta situación, contraria a la profunda fe católica de Tomás, lo hizo renunciar a todos sus cargos.

Posteriormente, Tomás Moro se dedicó a la defensa de la Iglesia y junto a su amigo, el Obispo San Juan Fisher, se opusieron al rey, quien se había autonombrado “cabeza” de la iglesia inglesa. Ambos santos, fieles a Cristo, fueron acusados de traición a la corona y llevados a prisión. Meses después, San Juan Fisher sería ejecutado y, a los pocos días, Santo Tomás seguiría el mismo destino.

¿La “culpa” por la que Tomás Moro murió decapitado? Oponerse a la ruptura de la Iglesia de Cristo y que se haya pisoteado su autoridad, causa indigna enarbolada por Enrique VIII. En el patíbulo, antes de ser ejecutado, el Santo dijo ante la multitud: «Muero como buen servidor del rey, pero primero servidor de Dios».

Santo Tomás Moro partió a la Casa del Padre como mártir el 6 de julio de 1535. Su Fiesta se celebra cada 22 de junio, junto con San Juan Fisher.

“La historia de Santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política. En efecto, la defensa de la libertad de la Iglesia frente a indebidas injerencias del Estado es, al mismo tiempo, defensa, en nombre de la primacía de la conciencia, de la libertad de la persona frente al poder político. En esto reside el principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la naturaleza del hombre” (San Juan Pablo II).

Santo Tomás Moro fue declarado patrono de los gobernantes y los políticos por San Juan Pablo II en el año 2000.

CCJ NOTICIAS.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.