El Custodio de Tierra Santa, Padre Patton, recuerda la importancia de la colecta en favor de los lugares donde el Evangelio se ha convertido en historia. Este año, debido a la pandemia, la recogida de las ofrendas ha cambiado fecha: en vez de celebrarse el pasado Viernes Santo será el 13 de septiembre: «lo que recibimos se convierte en solidaridad para muchos, familias, jóvenes, víctimas de conflictos, afirma el Custodio.»
Iglesias que ayudan a otras Iglesias, en una red continua de fraternidad. Es un rasgo distintivo de la comunidad cristiana en el mundo. Pero hay uno para el cual la ayuda recibida de las Iglesias del planeta tiene un valor único. Es lo que tiene sus raíces – las piedras de su historia, los espacios de su geografía – directamente en el Evangelio. Es la Iglesia de los Lugares Santos, de Jerusalén, en Belén, Nazaret; a la que cada año se reserva una ayuda específica originada por la Colecta para Tierra Santa, recogida en todas las comunidades eclesiales el Viernes Santo. Una costumbre que no ha podido realizarse este año por la pandemia.
Nueva fecha para un día solemne
El pasado mes de abril, cuando la crisis del Covid-19 convirtió en desiertos las parroquias de muchos países europeos, el Papa Francisco aprobó la propuesta de aplazar esta colecta de ofrendas y reprogramarla para el 13 de septiembre de 2020. Una fecha, explica el padre franciscano Francis Patton, Custodio de Tierra Santa, elegida «porque es el domingo más cercano a la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, que aquí en Jerusalén celebramos con particular solemnidad, para recordar hasta dónde ha llegado el amor del Hijo de Dios por nosotros: hasta dar su vida en la cruz, por nuestra salvación».
Una ayuda impagable
El padre Patton ilustra en un vídeo las mil formas que suele adoptar la Colletta una vez que las ofrendas de las parroquias y diócesis de todas las latitudes llegan a la Custodia. Las necesidades son de todo tipo y no sólo se refieren al mantenimiento de los lugares santos, desde la Basílica de la Natividad hasta el Santo Sepulcro.
«Gracias a lo que ustedes, cristianos de todo el mundo, donan generosamente», explica el Padre Patton, «podremos apoyar la acción pastoral de las parroquias que nos han sido confiadas; podremos garantizar una educación de calidad y una enseñanza a más de 10.000 estudiantes que asisten a nuestras escuelas; podremos ayudar a las familias jóvenes a encontrar un hogar; podremos ayudar a los trabajadores migrantes cristianos a sentirse acogidos aunque estén lejos de su patria; podremos permanecer cerca de las poblaciones afectadas por la guerra en Siria y de los refugiados dispersos ahora en los diversos países donde nos encontramos viviendo nuestra misión».
Tantas formas de expresar al menos una vez al año el apoyo, como diría Francisco, a la «carne de Cristo» en los lugares donde Cristo se hizo carne para todos.