La Organización Mundial de la Salud afirma que el 70% de los trabajadores sanitarios y sociales comprometidos en la lucha contra esta pandemia son mujeres y por lo tanto, en mi opinión, fue significativo que el Papa quisiera recordar este aspecto, por así decirlo, de género». Marta Ribul, de veintisiete años, enfermera en una sala dedicada a los pacientes de Covid-19 en el Hospital Papa Juan XXIII de Bérgamo, comenta las palabras del Papa Francisco que, en el Regina Coeli del lunes del Angel, pidió al Señor que nos diera «el coraje de las mujeres». «Este coraje femenino a menudo se pone un poco en segundo plano», comenta Marta. «No significa que las mujeres sean mejores que los hombres: al contrario, seguimos trabajando codo a codo. Pero en realidad, en nuestro trabajo diario, creo que aportamos toda la experiencia y sensibilidad propias de nuestro ser mujeres». Marta Ribul ha trabajado durante algunos años en la Cooperación Internacional y en este período debería haber trabajado en un barrio bajo de Nairobi. La pandemia de coronavirus, inesperadamente, la llevó a trabajar como enfermera en su ciudad, Bérgamo, quizás la ciudad más afectada por el Covid-19 en Italia.
En su perfil de Whatsapp citó esta frase: «Sí, aquel año me privaron de la primavera». Una clara referencia a estas semanas…
R.- La primavera no es sólo una estación, sino que también es una idea que me gusta mucho. Es una idea que hice mía después de uno de mis primeros viajes de voluntariado, que se remonta a hace casi diez años, a una ciudad se llama precisamente así y está situada en el noreste de Brasil. La primavera, en mi opinión, es una forma de ser, un estado de ánimo: significa querer buscar la novedad, la belleza y la vida en todo. De hecho, esta pandemia nos ha puesto frente a tal situación que este continuo renacimiento ha sido casi bloqueado, ciertamente limitado. Pero espero que la primavera pueda volver y debo admitir que en esta dramática situación he podido encontrar muchas «primaveras» en la gente con la que me relaciono en el trabajo cada día.
¿Con qué estado de ánimo va a trabajar en uno de los hospitales italianos donde la batalla contra el virus es más intensa?
R.- Mis sentimientos están muy mezclados todos los días. Cada vez que salgo de casa y cojo el coche, en esos diez, quince minutos, estoy sola mientras voy al hospital, siempre tengo mucho miedo de lo que pueda encontrar. No trabajo en la primera línea, digámoslo así, trabajo en la segunda. En el sentido de que no trabajo en una sala de emergencias ni en la unidad de cuidados intensivos, sino en una sala de hospitalización. Así que no me ocupo de casos demasiado serios. Pero aquí la emergencia está realmente a la vuelta de la esquina, así que nunca sé cuál será el curso del día. Por otro lado, sin embargo, siempre estoy muy contenta porque durante el trabajo de este mes en el hospital se ha creado realmente un espíritu especial de colaboración dentro de nuestra unidad operativa. Y es precisamente este espíritu al que estoy generalmente acostumbrada cuando trabajo en el campo de la cooperación y el desarrollo en el mundo. Por eso siempre estoy muy contenta cada día de poder trabajar de nuevo en equipo con mis colegas y también con los pacientes que son un componente obviamente esencial de nuestro trabajo.
Usted escribió en un artículo que hay momentos de pausa en su trabajo en los que se conforta escudriñando la belleza de su ciudad…
R.- El Hospital Juan XXIII está en una posición privilegiada. Cada vez que llego y dejo el coche en el aparcamiento, y luego por la tarde cuando salgo exhausta, desde allí puedo ver la Città Alta que para nosotros los bergamascos es realmente una de las cosas más bellas que tenemos. Y verla allí a cada momento es realmente para mí una especie de primavera que me hace decir: bueno, tarde o temprano, todos volveremos allí. Volveremos a nuestros habituales paseos, volveremos a vivirla realmente como parte de nuestra vida cotidiana. La veo allí como una especie de espejismo, pero sé que este espejismo pronto, todos esperamos, se hará realidad de nuevo.
El día de Pascua el Papa dijo que la resurrección de Cristo no anula el sufrimiento y la muerte, sino que los atraviesa transformando el mal en bien.
R. – De las palabras pronunciadas por Francisco al final de la misa de Pascua, me impresionó mucho su reflexión sobre el hecho de que estamos en una época en la que la espiritualidad y la solidaridad deben efectivamente conciliarse, no estar más en contraste. Esto es algo que experimento cada día aquí en el hospital y me gustaría mucho que, cuando todo esto termine, y cuando se contarán efectivamente los daños, prevalezca una mayor solidaridad en todo el mundo, que obviamente pase por las obras, pero también por el crecimiento espiritual de todos nosotros.
CCJ NOTICIAS