El Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales con sede en Ginebra intervino en el 78º Comité Permanente, dedicado al programa del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, en el cual reafirmó que, es necesario proteger la vida y la dignidad humana de los refugiados.
“Preservar la vida y la dignidad humana de los refugiados, aliviar sus sufrimientos y promover su desarrollo auténtico e integral”, éste es el compromiso de la Santa Sede, reafirmado por el Arzobispo Ivan Jurkovič, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales con sede en Ginebra. Ayer, 7 de julio, el Prelado intervino en el 78º Comité Permanente, dedicado al programa del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, y habló sobre el tema «Reasentamientos y vías complementarias».
Proponer soluciones concretas a las migraciones
En su intervención, el Obispo Jurkovič subrayó el compromiso de la Santa Sede de «trabajar con cada socio responsable en un diálogo constructivo destinado a proponer soluciones concretas» a la migración masiva y los movimientos de refugiados. A continuación, el Prelado recordó «la urgente esperanza» expresada por el Papa Francisco en su Mensaje para el Día Mundial del Migrante y del Refugiado de 2018 de que, «más países abran corredores humanitarios», al tiempo que subrayó la necesidad de encontrar «mecanismos tangibles para un reparto más equitativo de los gastos y de las responsabilidades».
Promover la inclusión social y profesional
Al mismo tiempo, el Observador Permanente destacó que «los países que reciben refugiados también participan en la distribución de beneficios». En efecto, «muchos refugiados tienen capacidades que deben ser adecuadamente reconocidas y valoradas» y se debe fomentar un esfuerzo decidido «para promover su inclusión social y profesional, garantizando el empleo, la educación lingüística y la ciudadanía activa para todos». Por consiguiente, el Representante de la Santa Sede expresó su reconocimiento por «las medidas de emergencia adoptadas para la evacuación de los refugiados de Libia, donde corrían un grave peligro, hacia Níger y Rwanda». «Estamos agradecidos de notar – dijo Monseñor Jurkovič – que cerca de 1.200 de estos refugiados han sido reubicados a través de un mecanismo de emergencia».
Ofrecer soluciones duraderas a los refugiados
Asimismo, se reiteró el reconocimiento por «las medidas adoptadas por el Alto Comisionado y muchos gobiernos anfitriones para ofrecer soluciones duraderas a los refugiados», en particular mediante programas de reubicación en terceros países y el establecimiento de otras vías complementarias, especialmente para los refugiados en situación vulnerable que no pueden regresar en condiciones de seguridad a sus países de origen ni integrarse en las tierras de asilo. «Estos esfuerzos nacionales – recordó el Observador Permanente – suelen contar con el apoyo de organizaciones religiosas y otras organizaciones de la sociedad civil a fin de garantizar una inclusión e integración positivas en las comunidades locales».
Cooperación responsable para proteger la vida
Sin embargo, Monseñor Jurkovič expresó «pesar» por «la gran mayoría de los refugiados y las familias que siguen sin saber cuál es su futuro y se ven obligados, en el mejor de los casos, a sobrevivir sin poder satisfacer sus necesidades cotidianas o, en el peor de los casos, se ven confinados en centros de detención», donde «se les priva de acceso a la educación, la atención de la salud y las oportunidades de trabajo decente, y corren el riesgo de ser sometidos a los delitos de la trata de personas y la esclavitud moderna». De ahí el fuerte llamamiento del Representante de la Santa Sede a una cooperación responsable para proteger la vida y la dignidad humana de los refugiados.