Cada 16 de agosto la Iglesia recuerda a San Esteban I, padre fundador de Hungría, nación que bajo su liderazgo se constituyó como tal, al calor del cristianismo. Se le conoce como “el Santo” o “el Grande” -el último gran príncipe entre los húngaros-.
Una familia unida por Cristo
Esteban nació en Esztergom, Principado de Hungría, en el último cuarto del siglo X -no ha podido establecerse la fecha exacta de su nacimiento-.
“Vajk” -nombre pagano del santo- fue hijo del príncipe Géza de Hungría y de la reina Sarolta. Al ser bautizado, le fue cambiado el nombre por el de “Esteban”, después de que toda la familia real abrazase el cristianismo.
El joven príncipe recibió una educación cristiana y aprendió latín nada menos que con San Adalberto de Praga. Contrajo matrimonio con Gisela de Baviera, hermana del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, San Enrique II. Esta, mujer de probada virtud, sería reconocida más adelante como beata.