El Papa Francisco ha pedido repetidamente que la vacuna del Covid-19 esté disponible para todos. De hecho, durante su discurso de Navidad Urbi et Orbi, dijo: «En este tiempo de oscuridad e incertidumbre en relación con la pandemia, aparecen varias luces de esperanza, como el descubrimiento de las vacunas. Pero para que estas luces iluminen y traigan esperanza a todos, deben estar disponibles para todos».
¿Cuáles son exactamente las perspectivas de la disponibilidad de esta vacuna en África? En una entrevista con Vatican News, el Padre Charles Chilufya explica las complicaciones de la llegada de la vacuna Covid-19 a África. El padre Chilufya es el Coordinador del Grupo de Trabajo para África de la Comisión Covid-19 del Vaticano, y el Director de la Oficina de Justicia y Ecología de la Conferencia Jesuita de África y Madagascar, también conocida como JCAM.
Antecedentes
Es necesario identificar y tratar varias cuestiones tanto a nivel mundial como local para que el programa de vacunación contra el Covid-19 en África tenga éxito.
La primera cuestión que el padre Chilufya identifica es el suministro: «Los países ricos ya están comprando más que los países pobres».
El segundo asunto que menciona hace referencia a las patentes: «En estos tiempos de urgencia, las leyes de patentes pueden entrar en conflicto con el suministro igualitario de estos medicamentos en todo el mundo».LEA TAMBIÉN30/12/2020
La cooperación internacional también está en juego: «Las organizaciones internacionales, en particular la Organización Mundial de la Salud, desempeñan un papel crucial en el fomento de un entorno de cooperación internacional y en la aplicación del acceso equitativo a los medicamentos a escala mundial».
Pero las cuestiones burocráticas «predicen un futuro sombrío» en lo que respecta a la vacuna contra el Coronavirus, afirma el padre Chilufya. Sin embargo, nuestro entrevistado nos recuerda que la atención médica es un derecho definido en el artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. «No es un privilegio para algunos, sino un derecho para todos», enfatiza.
«La respuesta a los problemas burocráticos puede hacerse a través de varios acuerdos internacionales para que los medicamentos patentados y de costo prohibitivo puedan ponerse a disposición de las poblaciones que no pueden permitirse los altos costos».
Proporcionar alternativas genéricas
Asimismo, el padre Chilufya explica que un acuerdo regulado por la Organización Mundial del Comercio, llamado el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC), también rige las licencias farmacéuticas y médicas. Según la Organización Mundial de la Salud, el Acuerdo sobre los ADPIC permite el uso de licencias obligatorias.
«Las licencias obligatorias permiten a una autoridad gubernamental competente conceder una licencia de uso de una invención patentada a un tercero o a un organismo gubernamental sin el consentimiento del titular de la patente». Por lo tanto, los Estados pueden expedir licencias para el desarrollo de versiones bioequivalentes y más baratas de medicamentos, a menudo denominados medicamentos «genéricos». La mayoría de los países africanos dependen de los medicamentos producidos de esta manera. Es específicamente la Organización Mundial de la Salud la que puede asegurar que estas «posibilidades en el marco jurídico internacional están disponibles» en lo que respecta a la vacuna Covid, dice el sacerdote.
Falta de recursos para la producción de medicamentos
Aunque existan marcos jurídicos, muchos países de África carecen de «recursos e infraestructura adecuados para la producción de productos farmacéuticos».
En teoría, estos países pueden hacer uso de la disposición de la Declaración de Doha de 2001 que les permite «importar formas genéricas de medicamentos de países con capacidad de desarrollo», explica el Padre Chilufya. Sin embargo, a pesar de esta Declaración, las implementaciones no se han llevado a cabo. LEA TAMBIÉN21/12/2020
Además, nuestro entrevistado cita a Rwanda, el único país africano que ha utilizado este plan. No obstante, el proveedor abandonó la empresa poco después de que se iniciara porque no se habían generado suficientes beneficios.
La dinámica de los poderes internacionales
«La amenaza que pesa sobre el suministro de la vacuna del Covid-19 y sobre las prestaciones sanitarias para los países pobres como los de África» se ve exacerbada por «la dinámica de poder que se desarrolla a nivel mundial y estatal», prosigue explicando el sacerdote. «Es obvio que los países que pueden permitírselo, se asegurarán primero de que la vacuna sea suministrada a sus propios ciudadanos».
Por lo tanto, el padre Chilufya predice que es poco probable que la vacuna llegue a los países más pobres en un futuro próximo. Además, señala que «los países pobres se inclinan fácilmente hacia los intereses de los estados más poderosos». Cita el ejemplo de la India, cuyo gobierno suavizó las restricciones a la exportación de hidroxicloroquina el pasado mes de abril después de que los Estados Unidos amenazaran al país con sanciones.
Distribución mundial
Otra realidad que afectará muy probablemente a la distribución mundial de la vacuna son los «intereses nacionales individuales y el poder de algunos estados sobre otros». Y aquí es donde el Papa está pidiendo una reforma», afirma el padre Chilufya. Los países que tienen «bajo poder de negociación» necesitan la ayuda de la Organización Mundial de la Salud y de otras organizaciones internacionales, como la Iglesia Católica, para ayudarles.
De lo contrario, «es difícil imaginar que la vacuna se distribuirá equitativamente» cuando ya hay ejemplos de regiones y naciones que bloquean la exportación de suministros a pesar de que la Organización Mundial de la Salud ha «hecho un llamamiento mundial para que se compartan los recursos para combatir el virus mortal».
Colaboración para poner fin a la pandemia
Para proteger la salud pública en todo el mundo, es necesario ayudar a los países en situación desesperada. Esto requiere colaboración, subraya una vez más el padre Chilufya.
«Si la enfermedad no se trata en África, afectará a otros países. Como todos sabemos, no se trata de un problema local. Es un problema de salud pública de proporciones mundiales. Las instituciones internacionales que protegen los derechos de salud deben, por lo tanto, desarrollar un enfoque más intervencionista para garantizar la igualdad de acceso a los medicamentos, fomentando directrices universales y mecanismos de cooperación mundial».
«En lugar de utilizar la interdependencia de las naciones como herramienta de negociación, los estados deben reconocer una causa mayor y trabajar por el bien común de poner fin a la pandemia a nivel mundial. Esta pandemia podría brindar la oportunidad de crear un sistema de salud mundial más cooperativo en el futuro», concluye.