“Casilda” en árabe significa “poesía”. Ese fue el nombre que recibió esta Santa nacida en los territorios de la antigua Hispania, en ese entonces ocupada por los árabes. Fue hija de Al-Mamún, emir (suerte de principe musulmán) de Toledo (España), hombre conocido por su crueldad contra los cristianos y por haber hecho de sus dominios uno de los principales centros culturales del al-Andalus (nombre que los árabes le dieron a la península ibérica durante la Edad Media).
Casilda fue una mujer de carácter fuerte, de inmenso valor y generosidad, quien decidió consagrar a Dios su virginidad. Según el Martirologio Romano, Santa Casilda de Toledo “ayudó con misericordia a los cristianos detenidos en la cárcel y después, ya cristiana, vivió como eremita”. No hay certeza completa sobre el año de su nacimiento. Se cree que pudo haber nacido en el año 1007, mientras otros fechan el 1025. A la edad de cinco años empezó a aprender el Corán de memoria, con el que todo niño musulmán aprendía a leer y escribir.
Sin embargo, es muy probable que su madre fuera cristiana – a diferencia de su padre- y que su educación haya sido encargada a hombres sabios. Una situación que provocó en ella dudas y conflictos internos, que, al parecer, resolvió al amparo de la fe de su madre.
Antes de su conversión definitiva, Casilda ya había dado muestras de ser una princesa piadosa que buscaba llevar consuelo material y espiritual a los prisioneros de los calabozos de su padre, Al-Mamún. Casilda visitaba las celdas y mazmorras llevando alimentos y medicinas escondidas en sus ropas. Muchos de los prisioneros eran sacerdotes y monjes, por lo que a través de ellos pudo conocer a Cristo. Con seguridad, de manos de alguno de ellos recibió el bautismo.
Según la tradición, cuando le llegaron a su padre los rumores de que su hija visitaba las mazmorras -lo cual estaba absolutamente prohibido- decidió sorprenderla, sin previo aviso. Al interceptarla llevando algo entre sus ropas -comida para los reos-, Al-Mamún le preguntó qué era aquel bulto. A lo que ella respondió: ¡Son Rosas! El emir pidió que se las mostrara y ella, al extender su falda, dejó caer milagrosamente un montón de rosas rojas, provocando la confusión de su padre.
Tiempo después, Casilda de Toledo empezó a padecer de flujos de sangre, una grave afección que los médicos eran incapaces de curar. Sin embargo, uno de los prisioneros sugirió un remedio poco común: bañarse en los lagos cercanos al monasterio de San Vicente, en tierras de La Bureba, próximos a Briviesca (Castilla). Al-Mamún estaba convencido de que la enfermedad de su hija no tenía cura, pero aceptó preparar el viaje por su hija, quien saldría acompañada de una comitiva real, entre quienes habían cristianos en secreto.
Cuando Casilda llegó a los lagos y se bañó en ellos, sanó inmediatamente. Y, allí mismo, fue bautizada, se le confirmó y recibió por primera vez la Comunión.
Tras estos sucesos decidió consagrarse a Cristo y pasar el resto de sus días dedicada a la oración y la penitencia. Además, entregó la dote que le correspondía a la Iglesia y a los más pobres.
Casilda muere en San Vicente, región de Castilla, en 1075, siendo ya una anciana. Fue sepultada en la ermita que ella misma construyó. A Santa Casilda de Toledo se le atribuyen muchos milagros, en especial los relacionados con la esterilidad y las afecciones ginecológicas. Su fiesta se celebra el 9 de abril.
CCJ NOTICIAS.