El arzobispo de la localidad italiana L’Aquila hace un llamamiento a la «movilización de la oración, especialmente en las familias, para pedirle a Dios que libere al mundo del «flagelo» de la epidemia».

«Para los residentes de L’Aquila, este jadeo de emergencia, causado por la epidemia del coronavirus, representa un sufrimiento adicional que afecta a la comunidad, dramáticamente afectada por el terremoto en 2009». El cardenal Giuseppe Petrocchi, arzobispo de L’Aquila, hace un llamamiento a una «movilización de la oración (especialmente en las familias), para pedirle a Dios que libere al mundo y a nuestra gente de este flagelo».

Alerta de conciencia

«La propagación del contagio del coronavirus – escribe el cardenal – representa una seria amenaza para toda la población ( a nivel nacional y planetario)». Además, dice, «la contraofensiva a este peligro inminente requiere el estado de alerta de las conciencias y la adopción unánime de comportamientos adecuados». «Es el momento de la corresponsabilidad» explica el Cardenal Petrocchi, es decir, de una convergencia de pensamiento y acción que postula un compromiso en plural. “Este paso hacia adelante de la conciencia civil y religiosa «contínua» requiere una sabiduría compartida y un espíritu de obediencia a las reglas (higiénicas, de salud y sociales) establecidas por las autoridades legítimas”.

Una comunidad lista para enfrentar dificultades

El arzobispo italiano además pide evitar «las discrepancias éticas y las disonancias conductuales, precisamente porque son perjudiciales para el bien general». En este dramático momento, el arzobispo de L’Aquila pide unidad de propósito: «En la Edad Media, cuando un peligro se acercaba a las murallas de la ciudad, se tocaban las campanas con el martillo: era la señal que unía a los ciudadanos», subraya, y agrega que «las divisiones fehacientes y los antagonismos internos tenían que superarse de inmediato, así como los individualismos y los intereses privados debían dejarse de lado para converger, compactar, hacia la defensa del bien común, que es el bien de todos y cada uno».

Gracia y unidad

Por último, dirige un pensamiento hacia los enfermos y para aquellos que trabajan en estos días con un espíritu de sacrificio: «Expreso solidaridad fraterna con las personas afectadas por la enfermedad y gratitud activa a quienes, al frente de las instituciones, la salud, el orden público, los servicios sociales, se comprometen, con heroísmo a menudo anónimo, a luchar en esta batalla con altruismo y colaboración competente».

CCJ NOTICIAS

Fuente Vatican News

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