En la Audiencia General de este miércoles 22 de diciembre, el Papa Francisco deseó una “santa y feliz Navidad” en la que todos tengan la conciencia de que “Dios viene por mí” por lo que invitó a buscar a Jesús con humildad ya que el fundamento de nuestra alegría es que Jesús “se hizo carne y vino a habitar en medio de nosotros, en aquel Niño que vemos en el pesebre”

“Quisiera que, si habrá felicitaciones y reuniones de familia esto es hermoso siempre, pero que exista también la conciencia de que Dios viene por mí. Cada uno diga esto: Dios viene por mí. La conciencia de que, para buscar a Dios, encontrar a Dios, aceptar a Dios, es necesaria la humildad”, dijo el Santo Padre.

Al pronunciar su catequesis ante numerosos fieles reunidos en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Papa explicó que el motivo de la verdadera alegría es “saber que hemos sido amados sin ningún mérito, siempre somos precedidos por Dios en el amor, un amor tan concreto que se ha hecho carne y vino a habitar en medio de nosotros, en aquel Niño que vemos en el pesebre.

“Este amor tiene un nombre y un rostro: Jesús. Jesús es el nombre y el rostro del amor que está en el fundamento de nuestra alegría”, afirmó el Santo Padre.

En esta línea, el Papa invitó a “mirar con humildad”, a pedir al Señor “la gracia de romper el espejo de la vanidad, de la soberbia, de mirar solo a nosotros mismos” y en cambio “mirar a Jesús, mirar el horizonte, mirar a Dios que viene hacia nosotros y que toca el corazón con esa inquietud que nos conduce a la esperanza”.

A pocos días de la Navidad, el Santo Padre recordó “el evento del cual no puede prescindir la historia: el nacimiento de Jesús” y animó a pensar que José y María fueron de Nazaret a Belén y que “al Creador del universo no le fue concedido un lugar para nacer”.

Personajes del pesebre

Luego, el Papa destacó algunos personajes que se pueden contemplar en el pesebre, como el ángel que “es un mensajero de Dios”; la estrella que “recuerda que Dios creó la luz y que ese Niño será ‘la luz del mundo’”; los pastores que “representan a los pobres de Israel, personas humildes que interiormente viven con la conciencia de la propia falta, y precisamente por esto confían más que los otros en Dios… y este encuentro les cambia profundamente”.

Además, el Santo Padre se refirió a los Magos y explicó que “los Evangelios no dicen que fueran reyes, ni el número, ni sus nombres. Con certeza se sabe solo que desde un país lejano de Oriente (se puede pensar en Persia, Babilonia o Arabia del sur) se pusieron en viaje para buscar al Rey de los Judíos, que en su corazón identifican con Dios, porque dicen que le quieren adorar”.

“Los Magos representan a los pueblos paganos, en particular a todos aquellos que a lo largo de los siglos buscan a Dios y se ponen en camino para encontrarlo. Representan también a los ricos y a los poderosos, pero solo a los que no son esclavos de la posesión, que no están ‘poseídos’ por las cosas que creen poseer”, afirmó.

De este modo, el Pontífice señaló que “el mensaje del Evangelio es claro: el nacimiento de Jesús es un evento universal que afecta a todos los hombres”.

Por ello, el Santo Padre subrayó la importancia de la humildad para acercarse al misterio de la Navidad ya que “solo la humildad es el camino que nos conduce a Dios y, al mismo tiempo, precisamente porque nos conduce a Él, nos lleva también a lo esencial de la vida, a su significado más verdadero, al motivo más fiable por el que la vida vale la pena ser vivida”.

“Solo la humildad nos abre a la experiencia de la verdad, de la alegría auténtica, del conocimiento que cuenta. Sin humildad estamos ‘aislados’, estamos ‘aislados’ de la comprensión de Dios y de nosotros mismos. Es necesario ser humilde para comprendernos también a nosotros mismos, mucho más para entender a Dios”, dijo el Papa.

En este sentido, el Santo Padre indicó que “los Magos podían también ser grandes según la lógica del mundo, pero se hacen pequeños, humildes, y precisamente por esto logran encontrar a Jesús y a reconocerlo. Aceptan la humildad de buscar, de ponerse en viaje, de pedir, de arriesgarse, de equivocarse…”.

“Todo hombre, en lo profundo de su corazón, está llamado a buscar a Dios -todos nosotros tenemos esa inquietud, y nuestro trabajo es no apagar esa inquietud- a dejar crecer esa inquietud de buscar a Dios y, con su misma gracia, puede encontrarlo”, añadió el Papa.

Por ello, el Santo Padre invitó “a todos los hombres y las mujeres a la gruta de Belén a adorar al Hijo de Dios hecho hombre” y dijo “cada uno de nosotros, acerquémonos al pesebre, que encuentre en su casa o en la Iglesia, o donde sea, e intente realizar un acto de adoración en el interior: ‘yo creo que Tú eres Dios, que este niño es Dios, por favor, dame la gracia de la humildad para poder entender’”.

Finalmente, el Papa invitó a rezar la oración de San Anselmo: Señor “enséñame a buscarte y muéstrate a quien te busca; porque no puedo ir en tu búsqueda a menos que Tú me enseñes, y no puedo encontrarte si tú no te manifiestas. Deseando te buscaré, buscando te desearé, amando te hallaré y hallándote te amaré”.

Ayudar a los necesitados

Al saludar a los fieles de lengua árabe, el Santo Padre recordó también que “la Navidad es una llamada para hacer el bien, difundir la alegría y tender la mano a los necesitados”.

Antes de concluir la Audiencia General, el Papa saludó en particular a un grupo de refugiados que llegaron a Italia recientemente desde Lesbos y que serán apoyados directamente por el Vaticano.

Se trató de un niño enfermo afgano de 18 meses que el Papa encontró en el campo Mavrovouni de Lesbos, junto a su familia. El grupo llegó a Roma para recibir tratamiento médico en el Bambino Gesù.

“Nos encargaremos de ellos, como Iglesia, en los próximos meses. Es un pequeño signo, que espero sirva de estímulo para otros países europeos, para que permitan a las realidades eclesiales locales hacerse cargo de otros hermanos y hermanas que necesitan urgentemente ser reubicados, acompañados, promovidos e integrados, concluyó el Papa.

CCJ NOTICIAS

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