San Isidro fue un labrador nacido hacia 1082 en lo que se denominaba el Mayrit musulman de Madrid (zona ocupada por los musulmanes que habían invadido la península hispánica, a la que denominaron Al-Andalus).

Educado para amar a Dios y al prójimo

Isidro nació en el seno de una familia de campesinos mozárabes muy pobres, y no recibió educación alguna que no haya sido la que se recibía en una familia cristiana: el amor a Dios, la caridad con el prójimo, y la importancia de la oración y de recibir los sacramentos. Quedó huérfano muy pequeño y a los 10 años comenzó a trabajar como peón de campo en una finca en las afueras de Madrid (España), perteneciente probablemente a una de esas familias prestigiosas de la época. Ya mayor, contrajo matrimonio con María de la Cabeza, quien también llegaría a ser santa.

Hombre de familia, hombre de trabajo duro, hombre de Dios

San Isidro empezaba su jornada asistiendo a Misa muy temprano. Sin embargo, a veces,  se retrasaba un poco para llegar al campo a trabajar. Sin querer, despertó así la cólera de varios de sus compañeros, quienes lo acusaron de holgazán ante el patrón.

El dueño de las tierras verificó que la acusación era cierta -el santo sí solía llegar un poco tarde a sus labores- pero quedó impactado al ver que, mientras Isidro no llegaba, los bueyes con los que trabajaba movían el arado como si alguien los estuviera guiando. Así, nació el rumor de que mientras Isidro estaba en Misa, un ángel cubría su puesto en el campo.

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