El 7 de marzo de 1274, hace 750 años, Santo Tomás de Aquino partió al cielo para encontrarse con el Señor, a quien tanto amó. Por ello les compartimos 7 datos sobre el patrono de la educación católica.

1. Santo Tomás de Aquino: Bajo la protección de San Benito

De acuerdo al libro Vidas de los Santos del P. Alban Butler, Santo Tomás de Aquino recibió sus primeras enseñanzas por varios años en la Abadía benedictina de Monte Cassino, donde también vivió San Benito Abad (480-547). 

Por otro lado, Santo Tomás murió en el convento de Fossanova, perteneciente a la orden los cistercienses, quienes son una orden benedictina reformada que sigue la regla de San Benito.

2. Santo Tomás de Aquino impulsó la vocación de su hermana

Cuando la familia noble de Santo Tomás se enteró que él había ingresado a los dominicos, su madre envió a sus hijos militares para que detuvieran a su hermano y ellos lo encerraron en un castillo. 

El libro Año Cristiano, del P. Juan Croisset, describe que una hermana del santo fue a convencerlo de que desistiera en su vocación, pero ella terminó con inquietud vocacional y llegó a ser abadesa en un convento, donde murió fiel al Señor.

3. El regalo que recibió Santo Tomás de Aquino de los ángeles

El P. Butler también narra que cuando Santo Tomás fue hecho prisionero por sus hermanos, estos le pusieron a una prostituta para que lo seduzca. Pero el santo la rechazó con valentía. Cuando se durmió, vio en sueños a dos ángeles que le ceñían el pecho con una cuerda, símbolo de castidad. 

Por su parte, el P. Croisset precisa que los seres celestiales le ajustaron los riñones con un cíngulo “y desde aquel punto, como lo atestiguó el santo pocos días antes de su dichosa muerte, jamás volvió a sentir los molestos estímulos de la carne”.

4. Santo Tomás de Aquino: Alumno de San Alberto Magno

Santo Tomás fue liberado y con el tiempo enviado a estudiar bajo la guía de San Alberto Magno, llegando a ser uno de sus más destacados estudiantes. Tras la muerte de Santo Tomás, el entonces Arzobispo de París, Mons. Esteban Tempier, condenó algunos postulados tomistas y el anciano San Alberto no dudó en viajar desde Alemania hasta Francia para defender a su discípulo.

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