Este 10 de enero, el Papa Francisco recibió en el Vaticano a las llamadas “Centinelas de la Santa Familia”, una red de oración mariana formada por mujeres para presentar las intenciones de la Iglesia y el mundo a la Virgen María. 

El Santo Padre agradeció a estas mujeres “centinelas” su “sencillez y humildad”, al tiempo que recordó el requisito para formar parte de este grupo: rezar una decena del Rosario cada día. 

Para el Papa Francisco, este compromiso puede ser “poco a los ojos de los hombres, pero es mucho a los ojos de Dios, si se hace fielmente a lo largo del tiempo, con fe y en espíritu de comunión entre vosotros”. “Dios ama lo pequeño y lo hace fructificar”, afirmó.

Más tarde, el Papa Francisco resaltó el hecho de que el movimiento está compuesto solamente por mujeres, lo que “pone de relieve vuestra vocación específica e insustituible en la Iglesia, a imagen de la Virgen María”. 

Al dirigirse a las mujeres presentes en la audiencia, el Pontífice señaló que no sólo rezan a la Virgen pidiéndoles que interceda, sino que están “aún más dispuestas a conformarse a ella, a su maternidad, a unirse a su oración de intercesión como madre para todos los hijos de la Iglesia y para el mundo”. 

“Cualquiera que sea vuestro estado de vida, con María sois todos madres. Vuestra oración y vuestro compromiso de ‘centinelas’ están orientados según el modelo de María”, remarcó.

Por ello, el Papa Francisco les animó a tener una mirada “como la de la Virgen María, mirada de madre, paciente, comprensiva, compasiva” en todos los aspectos de su vida cotidiana.

Posteriormente, destacó que sus oraciones pueden estar marcadas por acontecimientos dolorosos como los conflictos, la violencia o la indiferencia. 

“Todo esto puede provocar incomprensión, desánimo. Pero María, viendo al niño Jesús sufrir la pobreza, no se desanima, no se queja. Permanece en silencio; guarda su corazón y medita”, recordó.

Por último, resaltó que nuestro mundo necesita más que nunca de la ternura, una término que, para el Santo Padre, “quizá algunos quisieran eliminar del diccionario”.

“Qué duro es a veces el mundo de hoy, implacable, sordo e indiferente ante el sufrimiento y las necesidades del prójimo. María fue ternura para Jesús; y es ternura para la Iglesia y el mundo”, concluyó.

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