Entrevista con el Padre Gabriel Romanelli, párroco de la Sagrada Familia en Gaza. La gente de esta zona, dice el sacerdote argentino, está en cierto modo acostumbrada a estar «encerrada»: ahora por la emergencia del coronavirus; desde hace 13 años por «situaciones de guerra» y «el embargo». Todavía faltan alimentos, agua y electricidad, pero los temores crecen, informa, debido a la crisis sanitaria y de empleo.

Una comunidad católica de 129 personas, en su mayoría, familias acompañadas por 12 religiosos, dos sacerdotes y 10 monjas, que constituye un «nido», un «lugar de encuentro» también para ortodoxos y protestantes, porque los cristianos de Oriente viven un «ecumenismo de corazones», que cada día se enfrenta a la falta de alimentos, agua, energía y ahora vive la emergencia sanitaria del coronavirus. Esta es la realidad de la parroquia de la Sagrada Familia en Gaza, dirigida desde octubre pasado por el sacerdote argentino Gabriel Romanelli, misionero del Instituto del Verbo Encarnado.

Covid-19, la guerra y el bloqueo

Cincuenta años, 25 de los cuales, transcurridos en el Medio Oriente, de lejanos orígenes italianos, mitad Ligur, mitad Lucano, el Padre Romanelli cuenta a las Noticias del Vaticano sobre una Franja de Gaza en la que viven dos millones 200 mil personas en un área de 360 kilómetros cuadrados. En los territorios palestinos se han registrado oficialmente más de 500 casos y 3 víctimas hasta la fecha de Covid-19. «En la Franja no ha habido muertes hasta ahora por coronavirus», informa el religioso: «aquí la gente sabe que el peligro existe, sin embargo – es algo increíble – están como acostumbrados a estar ‘encerrados’, por las situaciones de guerra, el embargo, la imposibilidad de moverse» tras el bloqueo impuesto por Israel desde hace 13 años.

46 plazas en la unidad de cuidados intensivos para más de 2 millones de personas

Las autoridades de Hamas, que controlan la Franja desde 2007, han tomado medidas de precaución para limitar la propagación de la pandemia, pero la emergencia sanitaria es preocupante, sobre todo si se piensa en los sistemas de cuidados intensivos: «al principio de esta crisis había 46 camas disponibles en toda la Franja de Gaza», dice el Padre Gabriel. En este contexto, se espera la llegada de los equipos de diagnóstico puestos a disposición por la Congregación de las Iglesias Orientales, a través del Fondo de Emergencia creado para la pandemia de coronavirus. Luego continúa la actividad pastoral, por teléfono e Internet -cuando está disponible- y con la debida precaución, confiando también en la protección de Nuestra Señora de Luján, tan amada en Argentina y más allá.

La entrevista con el Padre Romanelli

R. – En Gaza, gracias a Dios, hay muy pocos casos de coronavirus, esta semana ha habido tres, pero desde el comienzo de la crisis no han llegado a 20, de una población de 2 millones y 200 mil personas. Aquí en la Franja no ha habido muertes por coronavirus hasta ahora y los infectados han sido detectados y aislados. Se han tomado medidas de precaución: las escuelas han sido cerradas por dos meses y aquí en la parroquia las actividades también se suspenden. La nuestra es una parroquia pequeña pero muy activa, por eso tenemos mucho trabajo: nos comunicamos con la gente por teléfono, internet, transmitimos en vivo las Santas Misas. Continuamos la visita a las familias, trayendo la Eucaristía y también trayendo la imagen de Nuestra Señora: comenzamos el mes de mayo, el mes de María, un poco antes, trayendo la estatua de Nuestra Señora de Luján de casa en casa, por la tarde, con las precauciones necesarias.

Es una devoción argentina, Nuestra Señora de Luján es la patrona de nuestro Instituto del Verbo Encarnado y nos es muy querida. En la parroquia tenemos varias imágenes y copias de estatuas de la Virgen de Luján, una de ellas fue donada hace unos años por el Papa Francisco a la comunidad local. La llevamos entre la gente: es conmovedor ver a toda la familia reunida en torno a la estatua de la Virgen, especialmente a los jóvenes. Cada mañana llevamos el Santísimo Sacramento a las familias, así como visitamos y cuidamos a los enfermos y a los ancianos. Y hacemos encuentros diarios con los jóvenes y niños a través de Internet, con pequeñas competiciones, canciones, entrenamientos y así nos mantenemos en contacto. Por ejemplo, ahora una hermana ha ido con algunos chicos de la parroquia a repartir los premios y regalos de estos pequeños concursos que organizamos.

En estos días el Papa ha escrito que es un «peregrino espiritual y virtual» de las celebraciones de Nuestra Señora de Luján. ¿Es también por esto que la cercanía espiritual del Papa se siente en Gaza?

R. – Sí, el pueblo de Gaza es consciente y siente la cercanía del Papa, también a través de ese regalo de la Virgen de Luján que tenemos en la iglesia. Por ejemplo, mañana, 8 de mayo, la bendición al final de la misa solemne se dará con la imagen de Nuestra Señora que regaló el Santo Padre. Esto quiere decir que la cercanía de Francisco aquí siempre se ha sentido, incluso en tiempos de guerra, en momentos difíciles, y se sigue sintiendo, gracias a todo lo que el Papa hace por los fieles, especialmente por los enfermos.

Dos millones y 200 mil personas viven en un área de 360 km²: ¿qué significa en un momento de coronavirus?

R. – Es algo muy serio, la mayoría de la gente no tiene un espacio que les permita experimentar la cuarentena como está sucediendo en otras partes del mundo. No se puede mantener a una familia encerrada en una habitación durante uno, dos, tres meses: sería más mortal que el propio coronavirus. Aquí la gente sabe que el peligro existe, pero – es algo increíble – están como acostumbrados a estar «encerrados», debido a las situaciones de guerra, el embargo, la imposibilidad de moverse. En resumen, están acostumbrados a estar en casa o, si no están en casa, cerca.

¿Cuál es la mayor emergencia?

R. – Como es evidente, aquí no hay posibilidad de autosostenerse, se necesita ayuda internacional. La poca industria que había o la poca ayuda que había se suspendió. Por ejemplo, los restaurantes y los lugares donde se venden normalmente los cafés, muy importantes aquí en Oriente Medio, también como lugares de reunión, están cerrados. Así que decenas y decenas de miles de personas han perdido sus trabajos. O, como las escuelas están cerradas, los maestros no han sido despedidos, pero en muchos casos sus salarios han sido reducidos a la mitad. Así que ya estamos empezando a ver lo que lamentablemente tememos, que, si esta emergencia no termina pronto, la situación empeorará, precisamente por la falta de trabajo que es el medio de vida de las familias. Añádase a esto la constante emergencia en Gaza para la vida cotidiana, es decir, la falta de alimentos, de agua – porque no hay agua potable, hay que purificarla o comprarla – y de energía. No hay un suministro de electricidad constante: los que tienen más suerte tienen electricidad durante ocho horas. Y a todo esto se añade ahora la emergencia sanitaria.LEA TAMBIÉN04/05/2020

Francisco y el corazón en viaje hacia Luján

¿Están los hospitales de la Franja equipados para cuidados intensivos?

R. – Al principio de esta crisis había 46 camas disponibles en toda la Franja de Gaza, luego se establecieron otros lugares en escuelas o centros, por ejemplo, para las personas que regresan del exterior para trabajar y están en cuarentena, pero no son verdaderos cuidados intensivos.

¿Han llegado los kits de diagnóstico puestos a disposición por la Congregación de Iglesias Orientales a través del Fondo de Emergencia creado para la pandemia de coronavirus?

R. – Todavía no han llegado físicamente aquí en la Franja porque los procedimientos son muy complicados, pero todos están muy agradecidos al Papa Francisco y a la Santa Sede por este esfuerzo. Sabemos que los kits ya han sido adquiridos, aunque todavía no estén en la región.

Digamos que es sólo la última etapa, la llegada aquí. Para aclarar la situación, puedo decir que, por ejemplo, en la iglesia estamos terminando las obleas, que generalmente vienen de Belén, y ahora estamos pensando en prepararlas directamente en el lugar, porque hemos pedido que lleguen, pero la Cruz Roja también nos ha dicho que por el momento no se puede traer nada. Estamos en la Franja de Gaza, aquí por el bloqueo habitual sólo llegan los productos necesarios, por lo que los botiquines deben entrar sin problemas, ya que son ayuda humanitaria. Sabemos que la delegación apostólica está trabajando muy bien para conseguir estos kits para el diagnóstico de contagio.

En esta crisis del coronavirus en Gaza y después de 13 años de bloqueo israelí, ¿qué dicen los habitantes y qué esperan ahora?

R. – Por un lado, aunque parezca un poco extraño, lo toman simplemente, precisamente porque están acostumbrados a los bloqueos: ahora hay luz, ahora no hay luz, hoy tenemos agua, mañana no. Esto los hace en cierto sentido más fuertes que otras poblaciones. Pero al mismo tiempo se empiezan a ver los signos de esta crisis, porque no hay actividades sociales. La Iglesia Católica – frente a una comunidad de 117 laicos y 12 religiosos (dos sacerdotes y 10 monjas), de un millar de cristianos en toda la Franja – es verdaderamente un «nido», el lugar de encuentro de todos los cristianos: ortodoxos, católicos y protestantes, porque los cristianos de Oriente viven verdaderamente el ecumenismo de los corazones, junto con un ecumenismo práctico, día a día. Así que tienen la esperanza de que todo esto termine y nosotros, también con las monjas y el otro sacerdote egipcio, el Padre Yusuf, tratamos sobre todo de infundir coraje y fuerza, de predicar el mensaje de esperanza en la vida eterna de Jesús y luego de hacer todo lo posible para que la gente viva mejor y no sufra, reconociendo que Cristo está misteriosamente presente en cada hermano y hermana.

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